Reseña por Jimena Colunga Gascón

Es truculento el negocio del cine, truculento por estar lleno de trucos para funcionar mucho más allá del arte o el oficio cinematográfico. Cada año se estrenan películas cuya incógnita más grande es: ¿Cómo consiguieron los recursos para realizar esto? Habiendo tantas películas tan sólidas, comerciales y no comerciales, con frecuencia vemos cintas sin pies ni cabeza, sin anécdota, sin narrativa, sin cierre, vaya, Transformers tiene una metáfora muy clara sobre el liderazgo y la empatía de la humanidad. Hoy, aquí, hablamos de una de esas películas amorfas y desdentadas: Cold Skin.

Xavier Gens, el director, viene de Frontier (s) (2007), que se enmarca dentro del “movimiento del extremismo francés”, padre de pesadillas audiovisuales como Martyrs (2008). Después de experimentar con literalidades violentas, presenta este filme cuya premisa básica es el enfrentamiento de dos sujetos, uno racional y otro fuera de sus cabales, con una raza maligna y voraz de sirenos anfibios al mismo tiempo que conviven personal (y sexualmente) con una hembra de la misma raza cuya actitud es de conciliación y entendimiento. ¿Les suena familiar? Una suerte de “Shape of Water meets La Malinche” con una dosis más alta de screamers.Friend (fine eye-candy) es un científico meteorólogo que en su escape de la realidad accede a instalarse en una isla desierta en la que conoce a Gruner, el enloquecido guardián del faro de la isla quien ya está acostumbrado a combatir los ataques de esta raza extraña de seres que nunca entendemos por qué son tan violentos. Así, ambos personajes se alían para salvaguardar sus vidas en una especie de metáfora sobre la colonización y la dominación: uno que quiere entender y otro que pretende exterminar a toda costa.

De principio uno se imagina que la hembra en cuestión va a ser una princesa de esa raza y las batallas girarán en torno a su rescate, pero no es así. Luego, parece que va a suceder un trío amoroso excéntrico en el que Friend le baja la sirena a Gruner, o hasta la van a compartir, y esto tampoco sucede. Por otro lado, como que la historia corre hacia la creación de un mundo nuevo en el que, a través del mestizaje, una nueva civilización nacerá a partir de la negociación entre las partes, pero tampoco. Ni caso tiene hablar de spoilers porque el final resulta exageradamente abierto, críptico e inconcluyente. Es algo como “y al final, se despertó y todo era un sueño”.

La parte más interesante de la película son todos esos aspectos técnicos fácilmente apreciables cuando uno se resigna a que no va a entender nada de la historia. Por un lado, a pesar de ser una película española basada en una novela catalana, es una película en inglés filmada en locaciones en Islandia y España, lo que le otorga un sentido de universalidad a la historia. También es una película de época, probablemente (porque pues tampoco queda claro si tiene o no trascendencia) instalada en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En este sentido, el vestuario y el diseño de arte son un elemento destacable.Otro de los aspectos relevantes es la cinematografía en la que, a pesar de narrar en una sola aparente locación, se logra, con movimientos de cámara, una vasta diversidad visual que no dejan lugar al aburrimiento.

El diseño de las criaturas es particularmente interesante. La hembra anfibia, bautizada Aneris por Friend, es representada por una actriz, Aura Garrido, y el espécimen funciona como una de esas creaciones sacadas de Face Off, el reality show de SyFy, en donde, a partir de las más originarias técnicas de maquillaje de efectos especiales, se ofrece un personaje creíble y orgánico, ya con los adecuados retoques digitales. Sin embargo, Aneris es sólo un personaje dentro de la horda de habitantes marinos que atacan el faro casi cada noche que Friend pasa en la isla: hay desde seres infantiles hasta los más violentos y voraces adultos. Las secuencias de los ataques están bastante bien logradas no a partir de una gran cantidad de efectismos por computadora sino a partir de inteligentes puestas de cámara que recuerdan muchas veces al recurso de “Tiburón”, en donde no es necesario mostrarlo todo de una manera explícita.

El factor “suspenso” no es tan preponderante, aunque se promueva la película de esta forma, es decir, es suficiente con tener conocimiento general de cintas del género para esperar el sobresalto en el momento justo. Aun así, se las arregla para tener al público al filo del asiento durante 101 minutos de duración.

Aparentemente la película ha tenido una buena aceptación en general y en México será distribuida y estrenada por Cinépolis este viernes 3 de agosto. Honestamente no se bien por qué y para decir más, tampoco sabía bien qué escribir sobre este proyecto tan raro. Tal vez “rara” sea la palabra adecuada para describir la experiencia de esta película y, probablemente, esa sea la intención y la clave del éxito que ha tenido en la larga lista de festivales que la ha seleccionado en su curaduría.

Si alguna metáfora se puede (medio) rescatar de la cinta es esta en la que, nuevamente, acosa a la humanidad el conflicto con todo aquello abiertamente distinto y la tesis sobre la supremacía del orden establecido está cada vez más agotada. Tal vez habemos distintas razas de seres humanos y sea nuestra misión dejar de atacarnos mutuamente y encontrar la forma, después de las batallas, de aceptarnos los unos a los otros en nuestros espacios correspondientes.