A diferencia de otras cintas de anime japonesas, Mirai, mi pequeña hermana, cae en lo repetitivo e incluso aburrido en su historia, la cual nos lleva a un “jardín mágico” o sea secreto, que habita en la casa de Kun, el pequeño protagonista de la cinta, quien cuenta con solo pocos años y que a su vida ha llegado su pequeña hermana Mirai. Kun siente los típicos celos de hermano mayor, ya que piensa que sus padres no le prestan la misma atención a él por atender a su pequeña hermana

Cual niño encaprichado y consentido, Kun llora, patalea y huye de casa para refugiarse en su jardín en el cual juega. Dentro del mismo, se encuentra un árbol muy viejo y grande, del cual surge su familia del pasado y futuro, si saltos cuánticos en el tiempo, algo que ya hemos visto en “Your Name y La chica que saltaba a través del tiempo” Estos personajes de diferentes tiempos mostrarán a Kun como ayudar en su presente a su familia y no sólo eso, Mariai le enseñará el valor del amor fraternal.

Sin llegar a un análisis, la película nos enseña el valor de la familia y la protección, el del apoyo y la necedad (antivalor) y que sirve para los infantes como una guía entretenida de los procesos emocionales por los que pueden llegar a pasar al sentirse invadidos por algún ser externo a su entorno construido mentalmente aun siendo alguien de la propia familia.