La Voz de un Sueño se estrena comercialmente este 15 de mayo y estará en programación en los dos complejos comerciales de México. Fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Morelia del año pasado. En conferencia de prensa, el productor Nacho Casares hizo énfasis en la participación de un crew compuesto mayoritariamente por mujeres y en el desarrollo de una historia enfocada en los valores familiares y la persecución de los sueños personales.
Rocío Vega, la reconocida cantante michoacana cuya vida fue inspiracional para el guión, manifestó su emoción al ver materializada la película y recordó los momentos difíciles que personalmente atravesó siendo discriminada por sus orígenes tradicionales.
Analeine Cal y Mayor expresó su agradecimiento por la oportunidad de dirigir esta historia explicando su profunda necesidad de identificarse con las historias que elige contar, aseguró que las comedias románticas no son su género y se declara absolutamente en contra de glorificar el narcotráfico y la violencia en los actuales contenidos audiovisuales en México.
Reseña: Jimena Colunga Gascón
En general, estoy hasta la madre de narco-series, historias fronterizas, películas de delincuentes del Defe y particularmente de comedias románticas sobre diseñadores gráficos, mercadólogos o publicistas de Polanco. La realidad en México está compuesta de muchas otras realidades que, siendo dos pesitos más empáticos, podríamos abrirnos a entender y abrazar. De alguna manera, es hasta normal que las preocupaciones de los artistas, de los cineastas, sean las más sórdidas, mundanas y viles, sin embargo, hay muchas otras historias muy valiosas de contar.
Desde “Flashdance” hasta “Billy Elliot”, pasando por “School of Rock” y “Dream Girls”, las historias de artistas de corazón atravesando por dificultades contextuales para lograr el sueño (muy difícil) de dedicar su vida sólo a aquello llenando el alma y el espíritu, nos encantan profundamente. El arte no sirve para nada, es decir, para nada tangible, nada práctico, nada productivo, por lo menos para nada en el sistema económico imperante en el mundo.
Balanceando un poco el asunto, La Voz de un Sueño, es una película mexicana contando el viaje de este tipo de artista, una cantante, que se enfrenta a conflictos muy profundos y, aun así, fácilmente comprensibles para todos. Escapa a la obviedad de la violencia y propone la reflexión hacia temas introspectivos en un paquete clasificación A, abriéndole las puertas a muchas pantallas.
Rocío Vega es una intérprete michoacana de música popular mexicana en cuya vida se inspira la historia de esta película: una cantante en el Conservatorio de las Rosas ha pasado diez años sin volver al pequeño pueblo donde creció, sin ver a su familia, sin hablarle a su padre. Prácticamente huyendo, abandona todos sus orígenes, incluyendo el taller de cobre de la casa, motivada por un alemán habitante del pueblo, quien la impulsa a perseguir el sueño de la música profesional. Ahora, a punto de abrir el Festival de Música de Morelia, se ve forzada a volver para despedirse de su madre moribunda y reencontrarse consigo misma y con los suyos.
Como provinciana no puedo evitar simpatizar ampliamente con las historias fuera de la capital: ver otros paisajes, apreciar otros rostros, escuchar otras voces, identificarse con formas de ver la vida. Filmada íntegramente en Michoacán, una de las palomitas más grandes de la película es contar con un casting congruente con la historia y la ubicación poblada de caras nuevas y de caras muy reconocidas como Patricia Reyes Spíndola, Salvador Sánchez, Mario Zaragoza y María León, cantante de Playa Limbo.
Uno de los aspectos más flojos de la película es la participación de Iazua Larios, a quien vimos en Apocalypto, protagonizando la historia como Rocío. Se le siente tibia, contenida, demasiado modesta para un personaje que demuestra carácter desde un principio. A veces, a uno le gustaría que la Rocío de verdad se hubiera interpretado a sí misma.
Aplausos muchos para Adriana Paz (Rudo y Cursi), quien interpreta a la amarguita pero divertida hermana de Rocío, la que se quedó en casa a cuidar a la familia mientras la otra se huía hacia la artisteada. Mario Zaragoza como el amigote que persuade al duro padre, Salvador Sánchez, para reconciliarse con su hija, nos divierte, nos conmueve y nos abraza, como siempre.
Juan Pablo de Santiago es el hermano menor de Rocío, el personaje de transición, el que se debate entre permanecer en el pueblo dentro de sus aparentes posibilidades o jugársela como la hermana, aspirando a lo efímero e irreal.
Se hace notar la participación de Axel Ricco, como el novio intelectual con el que vive Rocío y quien funciona grandemente como su apoyo en todo, recordándonos a esos galanes de las buenas épocas de las telenovelas realistas de Argos, de esos naturalmente convincentes y carismáticos, verdaderos, guapifeos y muy talentosos, pero corriendo el riesgo de repetirse a sí mismos hasta el cansancio. Habremos de ver.
La proyección de la película para la prensa en un Cinemex del sur de la CDMX sufrió un desafortunado comienzo con un master no sé si apócrifo o mal calibrado, el chiste es que los primeros cuarenta minutos de la función fueron completamente rojos, fastidiando así la experiencia de la fotografía. Es necesario hacer énfasis en el exitoso diseño de sonido, especialmente completo y lleno, poniendo atención a todos los detalles de la atmósfera en provincia.
Hay algunos cabos sueltos en el guión que dejan varios personajes en un hueco y al final, la sensación general es de haberle faltado unos cien gramos de emotividad para equiparar la experiencia a la que los gringos nos tienen tan acostumbrados, sin embargo, amerita tener la oportunidad de ser vista.
Hay que reconocer el trabajo intensivo desarrollado por los cineastas michoacanos para consolidar el lugar, no sólo como la cuna del festival de cine más importante del país, sino como un centro de creación cinematográfica con todos los elementos y condiciones para filmar. Destacados miembros de la escena cinematográfica mexicana como Santiago Ortiz-Monasterio o Nacho Casares (productor de esta película), han logrado convencer a los entusiastas del cine de ir llevando cada vez más sus producciones a Michoacán.
Analeine Cal y Mayor, consentida de Redrum, la productora mexicana de las secuencias en el país de hits internacionales como Hombre en Llamas, Skyfall y Godzilla, dirige esta película siendo su segundo largometraje. Bien invertidos quince millones de pesos como presupuesto de producción y cincuenta y tres copias de distribución le indican la salida comercial.
Háganse un favor y vayan a verla. No esperen que sea la película mexicana y tomen en cuenta todas las advertencias sobre sus puntos flojos, pero dense la oportunidad de asomarse a otra realidad, a otro tipo de historia y de pasada, apoyar a estos mexicanos que se toman el oficio con seriedad.
Qué difícil entendernos y entender que somos y queremos cosas distintas. Rocío no da un salto abismal como irse a Hollywood o a Europa, sólo se mueve de su pueblito natal a la ciudad capital de Michoacán. Sin embargo, culturalmente hablando, es un salto no sólo físico sino absolutamente conceptual, desde muchos puntos de vista, y que plantea una circunstancia sucediéndole a muchos en este preciso momento en un país como este: el “deber ser” contra el “querer ser”. Luchar por lo segundo trascendiendo a lo primero: ¡cuán importante es el tema! La realidad nunca es una, sólo hay que abrir suficientemente los ojos para verlas todas.
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