En el marco del mes de la diversidad el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris tiene la cartelera llena, el sábado pasado tuvimos oportunidad de presenciar la obra “Mujer Barbuda”, una puesta en escena que nos muestra a 10 mujeres en el escenario, todas expertas en el arte circense, dando una demostración de sus habilidades, pero no sólo eso, sino su percepción del papel de la mujer en esta rama de las artes.
Mujer Barbuda es una obra colaborativa, creada a partir de las experiencias del elenco en su carrera en el circo. La obra inicia con un diálogo fuerte donde se pronuncia alzando la voz a nombre de todas las mujeres: “las flacas, las gordas, las listas, las tontas, las putas, las recatadas” y toda una lista de adjetivos por las que comúnmente nos dejamos encasillar.
Posteriormente vemos al personaje interpretado por Irazema Hernández deseando presentar un acto en el escenario, desafortunadamente este requiere pareja y ella no cuenta con una, así que decide crearla con lo que tiene a la mano, un globo es la base para incluir las cualidades que ella considera importantes, lo bautiza como “Francois”, todo va fluyendo bien hasta que este decide no presentar el acto con ella sino con alguien más. Por lo que al final, sin importar las reglas y animada por el público, ella sube al escenario para demostrar que no necesita a nadie para estar en ese lugar.
Los siguientes actos son maravillosas presentaciones de trapecistas, danza área, aros, malabarismo, y danza contemporánea ejecutados de una manera perfecta y que nos roban la respiración de ver a las chicas en las alturas y nos llenan de admiración al lucir tan fuertes, se complementa con diálogos que nos recuerdan situaciones que pasamos las mujeres día a día, como el acoso y las recomendaciones tradicionales que nos dan para no sufrirlo.
Una de las presentaciones simula una audición para ser contorsionista y las exigencias que este lleva, las críticas a las que se deben enfrentar día con día las artistas.
El acto final hace énfasis en las opiniones que los demás dan sobre las mujeres que se dedican al teatro y al circo, y cierra con un espectacular “Lo mejor de todo es que yo no pedí esa opinión” dejando en claro que no importa lo que una (o muchas personas) piensen al respecto que siempre hay una oportunidad y siempre habrá quien valore el talento.
Una obra que nos hace apreciar de manera diferente el circo, desde la preparación física y mental hasta el tras bambalinas.
